Des hommes et des dieux (2010)

Xavier Beauvois: De dioses y hombres (Des hommes et des dieux, 2010) Francia. Religión. Escrita por Xavier Beauvois y Etienne Comar. Interpretada por Michael Lonsdale, Sabrina Ouazani y Lambert Wilson. 122 minutos. 

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A mediados de los años noventa, resalta un monasterio cisterciense en el poblado de Tibhirine, paisaje montañoso de Argelia. Un oasis en el desierto. El oxígeno preciso para que la población autóctona, al borde la subsistencia, no se vea lanzada irremediablemente a la odisea de la emigración. Ocho monjes habitan allí. Aman al prójimo en una vida llena de espiritualidad. El cuidado de la tierra, la atención médica y los rituales litúrgicos marcan su cotidianidad. Nos empapamos de ella con quietud. Destaca el papel del médico, un fabuloso Michael Lonsdale, quien igual es capaz de dibujarle una sonrisa a una niña enferma como de explicarle a una adolescente qué se siente al estar enamorado. Magistral el humanismo que destilan estas escenas.

Sin hipérboles ni sensiblerías, Xavier Beauvois nos presenta una convivencia modélica: musulmán y cristiano juntos, rodeados de paz. Vence el amor por encima de cualquier diferencia. Sin embargo, pronto llega el terror. Las corruptelas políticas argelinas alientan el radicalismo islámico. Y la paz de los monjes se tambalea. Pero resisten, ese es el mensaje del cineasta. Resisten al Gobierno, resisten a los fundamentalistas religiosos. Por encima de dioses y hombres, por encima de cualquier religión, vence la fraternidad. La figura de Lambert Wilson lo esencializa todo. ¿Por qué huir? ¿Por qué ceder frente a la barbarie y el salvajismo? Se sitúan del lado del humilde, como han hecho hasta la fecha. 

La emoción y el sentimiento se apoderan de la pantalla cuando las palabras dejan de sonar. Se escucha El lago de los cisnes de Tchaikovsky. Y los ojos vidriosos de los monjes, con todo el debate interior y exterior que arrastran, hablan por sí solos. Es un adiós que, además de subrayar la tolerancia religiosa, se agarra a la bondad para, en mitad del horror, dibujar un rayo de luz.