Ghost world (2001)

  • ghostworldEstados Unidos
  • Adolescencia
  • Dirigida por Terry Zwigoff
  • Escrita por Daniel Clowes y Terry Zwigoff
  • Interpretada por Thora Birch, Steve Buscemi y Scarlett Johansson 
  • 111 minutos 

Dos jóvenes dicen, por fin, adiós al instituto. Terminan de esta manera una de las etapas más aburrida de sus vidas. El acto de graduación, los discursos protocolarios, el baile de despedida… digamos que les estorba. Estas chicas son un poco alternativas, diferentes. Y por si esta aura de rebeldía no fuese suficiente, han decidido que no marcharán a la universidad. Simplemente quieren coger un trabajo (el que sea) y vivir juntas. Toda una revolución juvenil ideada en sus mentes. 

Un plan de vida austero, tranquilo y, en cierta manera, grandioso. Son dos adolescentes incomprendidas luchando contra gigantes. Las conversaciones con los chicos (siempre hablando de deporte) no les terminan de hacer gracia. Tampoco las insoportables compañeras de clase con sus altavoces pregonando sus maravillosos y espléndidos planes de futuro. Por no hablar de las clases de repaso de Arte en verano (muy divertido el papel de la profesora). Y así, sin poco más que hacer, alternan las tardes de cafetería con los paseos por las calles de su ciudad observando a la gente: un anciano que espera sentado la llegada de un autobús que le permita salir de esa ciudad; una potencial pareja de satánicos; y un joven dependiente al que torturar con sus enredadas intenciones.

Así, un buen día, leyendo el periódico, se fijan en un anunció muy friki que en él aparece. Es un hombre que lanza al cielo un grito en busca de una extraña mujer que un día llamó su atención. El tipo debe ser un loco (desesperado y potencial psicópata), como mínimo, para publicar algo así. Nuestras protagonistas también lo piensan. Y les da por hacer una gracia. Orquestan una cita a ciegas con él. Una gracia que terminará llevando a Thora Birch hacia los enredos del amor. Esta quedará atrapada por las rarezas y manías de un solitario tan entrañable como Steve Buscemi.

La vida de estas dos muchachas… cambiará. Esa explosión de negación que representan comenzará a silenciarse. ¿Caerá Thora Birch en la alineación? ¿Y Scarlett Johanson? Las dos vomitaban al escuchar los futuros empresariales de sus compañeros. Las dos se reían del conformista adolescente que, resignado, comenzaba a escribir las primeras páginas del trabajo de su vida: dependiente de una cutre tienda. Pero ahora, ahora el instituto ha terminado. Thora Birch ha quedado prendada -qué tonta y graciosa historia de amor- por el patetismo que define a Steve Buscemi, mientras Scarlett Johansson parece absorta por la maquinaría de alineación consumista: sirve café, recibe un sueldo, comienza a labrar su ramplona vida material y continúa sirviendo café para sostener por largo tiempo este círculo de mediocridad. Para mí, es el mejor personaje. Dos pinceladas, correctas y sencillas, le bastan al director para arremeter tan brutalmente contra todos. Total que la efervescencia con la que despedían el instituto, aquella ensoñación rebelde y juvenil comienza a acallarse tan trágicamente.

El arte de ser un inadaptado. Esa es la máxima de esta película, la ideología que sustenta cada uno de sus trazos. Terry Zwigoff elabora una catedral de soledad, frustración y extrañeza a través de Ghost World. ¿Qué habremos hecho mal? se preguntan los protagonistas de esta historia. El guion nos asoma así al borde del precipicio. Son una versión alternativa y freak del manido “rebelde sin causa” que inaugurara en los años cincuenta el malogrado James Dean. La incomprensión juvenil se convierte en una alargada sombra que escapa de los límites del tiempo. Thora Birch y la estupenda Scarlett Johansson comienza a conocer de primera mano las inercias de una sociedad -la capitalista/consumista- que no termina de hacerles gracia. Pero, ¿cuál es la alternativa? Son niñas y el amor, aunque no lo quieran reconocer, pulula por sus mentes. Quizás esta sea la solución. Sueñan con encontrar a alguien que las comprenda, alguien que haga sus vidas más llevaderas. Y Thora Birch lo ha hecho… se ha enamorado, pero de… ¡Steve Buscemi!

Los errantes solitarios son el eje de este maravilloso relato. Desde la incomprendida niña que recién se gradúa en el instituto hasta el anciano hombre que espera pacientemente sentado en un banco sin olvidar, por supuesto, a ese cuarentón misántropo cuya vida radica en amasar una colección de vinilos. La galería de personajes secundarios sirve para elaborar una radiografía de la sociedad occidental a principios de siglo XXI. Una sigilosa y escurridiza obra que desgrana, convirtiendo el patetismo en pura épica, algunas de las manías de esta sociedad.