Dead Man Walking (1995)

Tim Robbins: Pena de muerte (Dead Man Walking, 1995). Estados Unidos. Alegato cristiano contra la pena capital. Escrita por Tim Robbins basándose en la novela de Helen Prejean. Interpretada por Sean Penn, Susan Sarandon, Peter Sarsgaard, Jack Black, Margo Martindale y Jon Abrahams. 120 minutos.  

Tim Robbins nos enreda, caemos en su trampa. Tiene preparado un alegato contra la pena capital. Se nota la influencia de Truman Capote, de Richard Brooks y de la obra que tejieron entre ambos, tanto en papel como en pantalla: A sangre fría (In Coold Blood, 1967). No le vence, sin embargo, el pulso a aquella. ¿El planteamiento? Coge al tipo más infame que hayas conocido, le atribuyes el peor crimen posible y, finalmente, lo condenas a muerte para demostrar que, esto último, es igual de cruel e inhumano que lo anterior.

El ritmo de la película, claramente in crescendo, nos va enclaustrando sin escapatoria posible. El blando personaje de la hermana Helen, a quien, no obstante, da cierto punto de emotividad Susan Sarandon, sustenta la primera parte del film, siendo esta un tanto plomiza y maniquea… ¿el asesino también tenía que ser nazi? ¿es necesario que la monja vaya a casa de los familiares de las víctimas? En el fondo, esto no es más que el anzuelo para atraparte: los últimos 30 minutos del film te dejan sin respiración. Es justo ahí cuando Sean Penn se desnuda emocionalmente y grita, llora. Es un actorazo. Busca la redención, ganarse, al menos, el cielo. Da igual que sea un demonio. Todo se siente veraz. El camino de criminal a ser humano ha avivado el relato. Estamos en las arenas movedizas de Robbins. 

Para mi gusto al film le sobra la (innecesaria) reflexión cristiana. Es la otra parte del panfleto. Tienes el dolor de los familiares de las víctimas y, luego, el dolor de los familiares del ogro. Estos también lloran. Tienes el crimen, primero, y luego, la ejecución. Redención para uno, alivio para otros. Pero, al final de todo ello, más dolor. ¿En medio? El amor cristiano de Susan Sarandon y su face of love. Ella es la imagen de la reconciliación que quiere imponer el cineasta.