John Sayles: Limbo (1999) Estados Unidos. Drama con tintes de intriga para escupir la realidad social de uno de los rincones más alejados de la costa este norteamericana, Alaska. Escrita por John Sayles. Interpretada por David Strathairn, Mary Elizabeth Mastrantonio, Vanessa Martinez y Kris Kristofferson. 126 minutos.
No es el infierno y tampoco el cielo. Es el limbo, lugar de redención para las almas. Y hacia allí viaja John Sayles. Lo sitúa en Alaska, en una pequeña población de la última frontera estadounidense. Un actor de primer nivel, David Strathairn, azota el melancólico árbol que, en esencia, representa este film: la aventura que no es tal, en territorio inexplorado, cargada de introspección, dudas e inquietud. Le acompaña Mary Elizabeth Mastrantonio, perdedora innata, y la hija de esta, Vanessa Martinez, una adolescente con mil y un tormentos a causa de la trovadora vida de aquella.
El paisaje queda así pincelado: el pescador que nunca volvió a serlo, la cantante que no triunfó y la hija machacada por la soledad. La primera parte de la película supone una radiografía social -al más puro estilo Sayles- sobre la vida que las personas llevan en Alaska. Desmitifica ese lugar de aventuras y ensoñación que muchas veces representa aquella tierra. Le vomita, además, a través de las palabras del empresario turístico. ¿Acaso se ríen de nosotros? ¿Lanzaderas de lo pintoresco, eso es lo que nos queda? El puñal reluce todavía más en la segunda parte de la narración, cuando los protagonistas se «pierden» en una solitaria isla. ¿Dónde queda la aventura? Frío, desamparo y pesar. Son las notas que acompañan a estos náufragos. Geniales los personajes, muy bien tallados desde el guion. Kris Kristofferson, además, le añade el nervio que requiere la narración. Al final solo queda la súplica, cargada de incertidumbre, en un magistral final que cierra este tristón relato de almas errantes.